El gobierno que aplica el principio de justicia distributiva que establece que, quienes tienen mayores recursos o ingresos económicos, deben contribuir en mayor medida a la sociedad o al bien común; es un gobierno democrático, justo y equitativo, porque se cree que su misión en la sociedad tiene la responsabilidad de aplicar impuestos progresivos; y, en su manejo, debe administrarlos aplicando todos los basamentos de moral y ética públicos. Al respecto, Sócrates al hablar sobre el gobierno de los sabios, creía que, “solo los más sabios debían gobernar, ya que su propósito era el bienestar del pueblo, no sus propios intereses” Mientras que, Aristóteles, “consideraba que el objetivo del Estado era lograr el bien común y el desarrollo moral de los ciudadanos. Pero también observaba que, así como el ser humano, cuando alcanza su perfección es el mejor de los animales, así también, fuera de la ley y la justicia es el peor de todos”.

Claro, muy claro, esos aurorales pensamientos de la civilización griega fueron producidos por los más grandes filósofos que ha tenido la humanidad, cerca de 500 años antes de Cristo. A partir de la existencia de esa memorable civilización con filósofos de mentes tan lúcidas, se creyó que los gobernantes de los pueblos del mundo conocido y para la posteridad, deberían ser hombres sabios con grandes virtudes ciudadanas. No ha sido así, la Historia nos relata hechos que denigran la esencia humana de muchos gobernantes como para repetir lo dicho por Aristóteles: los peores de todos los animales. De no ser así, el mundo marchara al son de la paz, el progreso y el bienestar de todos sus habitantes, y no como siempre, bañándose en sangre por la codicia y el poder.

Si nos referimos a nuestra patria, históricamente encontramos que, nuestros gobernantes fueron de lo peor, con muy pocas excepciones que dieron lustre y nos enseñaron el norte por donde debemos caminar, inclusive al coste de sus vidas. Los mejores vivieron y nos gobernaron en el siglo pasado como el Gral. Eloy Alfaro, el lojano Dr. Isidro Ayora y el Abogado Jaime Roldós, que tuvo que enfrentarse contra el partido político que lo llevó al poder y a la oligarquía que lo desapareció. A partir del presente siglo, todos los gobernantes sin excepción han constituido una verdadera pesadilla para los ecuatorianos, nada de estadistas, solo populistas y bullangueros que nos están llevando lentamente al precipicio económico, tan igual como lo han hecho y lo están haciendo con el IESS.

Nadie que sea estudioso de las ciencias sociales y mantenga funcionando bien sus neuronas, podrá negar de la trayectoria desdichada que hemos sufrido, con tanta riqueza natural que hemos explotado y con gente inmensamente sacrificada hasta lo imposible. Y no han querido hacer nada para el desarrollo integral del país, si no, solo para enriquecerse y entregar privilegios a diestra y siniestra, es decir, en cantidad y sin orden en beneficio del grupo o los grupos que han vivido en el poder.

Ahora mismo, los ecuatorianos nos encontramos en una difícil y enconosa encrucijada, o en un callejón sin salida, debido a que las partes en conflicto no quieren ceder: la una parte, apadrinada por el FMI, y la otra, al parecer, por los jerarcas del movimiento politiquero que tato daño a hecho al país. Que el sector indígena tiene toda la razón para estar en el paro, claro que la tiene, por la situación económicamente calamitosa que vive arrinconada y olvidada en el campo, en el agro que da vida a las ciudades. Solo quienes hemos convivido con sus tragedias, penas, dolores y tristezas, sabemos la dureza de la vida que llevan diariamente a cuestas. Los subsidios y los nuevos bonos del gobierno se acabarán a corto tiempo, y vendrá las de Caín, y nadie podrá detener el vendaval de protestas que llegarán. Por lo cual, la nueva Constitución que vendrá hecha a la medida de los intereses del gran poder económico, ni las leyes podrán solventar absolutamente nada, porque el problema no está en ellas, está en las estructuras que a los ricos les hace más ricos, y a los pobres, más pobres. Hasta tanto, la millonada que gastan, no sirve para casi nada. Todo sigue igual y peor; pero lo más grave es que, la gente que los sigue a uno o a otro, se pierde en cosas simples del conocimiento.

Luis Alulima Benítez

 

Loja – 14 – X – 2025